miércoles, abril 18, 2012

EN LAS MÁS ALTAS CUMBRE HABITAN NUESTROS SUEÑOS. A LOS 14 AÑOS DE LAURA NATALIA MORENO
. En dónde se podrá beber la sabia de la vida, una sabia jamás inventada por el conocimiento, una forma de mirar, percibir y sentir el acontecer allende de la cotidianidad que desgarra sin límites el devenir del ser. Un estar juntos, una comunión que sin destruir la singularidad del uno, le permita al dos y al tres expresar toda su universalidad. Un saber que bebiendo de esa sabia mágica libere el lenguaje del amor y las tonalidades corporales que de ellas se manifiestan, una sabía embrujante y embriagante que le permita al conjunto del ser condensarse en cada una de las actividades del vivir. Un saber ardiente como las llamas que brotan de mi cuerpo en el instante que percibo tu presencia; un pensamiento tan fuerte y beligerante que se asemeje a un volcán en erupción, expulsando lo más candente de las profundidades de la tierra. Una sabia que queme como lava, que destruya todo a su paso, que contenga en ella el odio y amor, que nos lleve a amar lo digno de ser amado y nos permita odiar lo digno de ser odiado. Un pensamiento tan soberbio que no pueda ser atrapado en los vericuetos del laberinto de la modernidad. Dónde estará esa maldita sabía que ni la embriaguez me lleva a ella, desde legendarios tiempos se que no está en mi, ni en ti, no se encuentra en el yo cartesiano ni en sus multiplicidades freudianas, no está en el sentido de mundo que inventó el mito del conocer y mucho menos en los fragmentos líquidos de la postmodernidad. ¿Acaso estará en el lenguaje, específicamente en su acción de reunión, en la comunión del mito, en el momento de fundir nuestros cuerpos? Entonces, dónde buscar, dónde preguntar, dónde pensar, cómo conjurar al tiempo y al pensamiento para que asistan en el mismo instante del llamado en el que todos sentimos la fuerza destructora capaz de derrumbar los muros que limitan nuestra existencia. Indudablemente la capacidad destructora, el odio por derruir lo establecido y sus infinitas voluntades nace de una amor profundo por el devenir, por una disposición a la creación, que no es otra cosa que el arrojo y la fuerza del vivir. Vivir que no se deja doblegar del determinismo, que exhorta constantemente al azar, al cambio, a comprender las nuevas manifestaciones del ser; a ese sentido que emerge de una existencia agotada y sobre todo de una existencia cuestionada en sus valores. Todo parece indicar que es una búsqueda sin camino, para buscar extraviados, debemos perdernos en la mar de un pensamiento que no acepta los límites de lo real, que atraviesa el caluroso y sediento desierto sin perderse en los espejismos del capital, de esos intereses y/o deseos compensatorios que obnubilan los sentidos y el sentido común, creando un confort estático –casa, carro, beca- que lisia los corazones y calla el lenguaje del cuerpo. Pensar que ob-ligadamente nos lleva a la más profunda de las soledades, una soledad que no desaparece ni en el nos-otros de la sociedad, porque aún no existe la comunidad de los común-eros. Hasta que no hallemos la sabia que nos permita inventar un nuevo sueño del saber, estamos condena-dos a seguir viviendo el insomnio de la razón. Para exhortar el sueño sólo se necesita un instante soberbio del pensamiento, un fugaz destello de voluntad de poder que sea capaz de situarnos en la más alta cumbre del mundo sentipensante; donde la alegría, la pasión, el amor construyan una razón completamente diferente al capital, las disciplinas y el control. Una pasión de libertad que transforme radicalmente nuestros valores, la forma de relacionarnos con las otras y los otros y con la naturaleza. Este pensamiento debe nacer de la libertad, flirteando con Bakunin del amor en libertad, entendiendo que en su emerger se enfrenta a un mundo que ha hecho de ella un instrumento más del ejercicio del poder, una trama edulcorante que atrae para cooptar las subjetividades alternativas. Esta nueva forma de pensar debe entonces empezar por destruir el ejercicio de poder moderno y sus ámbitos de saber predilecto: la universalidad y la aritmética política. En este sentido, la singularidad debe ser el objeto propio de su construcción, las particularidades de cada formación cultural deben estar a flor de piel, ellas deben entenderse como la forma en que se expresan los sentimientos, las pasiones y las emociones, en la forma como nos relacionamos y como construimos el conocer, es decir en las modalidades como exponemos el cuerpo. Dichas formas de sentir se condensan en el lenguaje, en la lengua materna de cada construcción cultural y en las multiplicidades que de ella se desprenden. Las tonalidades de la existencia entonces se comprenden en el lenguaje, en las exclamaciones de odio, amor, tristeza, alegría, sorpresa que provienen de las entrañas más profundas del cuerpo. Por ende, en la lengua y en el cuerpo debemos buscar el pensamiento de la autentica libertad, la sabia que durante tiempos inmemorables hemos buscado está al alcance de nuestros corazones, simplemente debemos aprender y aprehender a mirar, escuchar y sobre todo sentir el lenguaje como expresión de la voluntad de poder del cuerpo. Boris Edgardo Moreno Rincón In-docente universitario

sábado, abril 14, 2012

AMOR Y LIBERTAD
Con ligera parsimonia voy a Troya sé que ha sido destruida por completo la magia del engaño de occidente ha derrumbado sus murallas no quedan ni cenizas en el suelo sólo un aroma vaga me acompaña aún así raudo voy a Troya. Los laberintos modernos no seducen La hermosa Helena en la huida ha dejado rastros del camino su imagen tatuada en mis recuerdos encienden con dureza, el alma del guerrero al igual que Héctor, busco el combate con Aquiles que ya sin dioses a su lado, el temor ha conocido. Como un París errante, vago en el microcosmos de su piel en la arena, el fragor de las espadas retumban incesantes esperando la venganza de los vencidos. las banderas negras anarquistas agitadas en lo alto con gritos encendidos, celebran, la agonía del poder mientras busco en su rostro, en sus caderas y en sus pechos algún gesto, que apruebe mi llegada.

viernes, abril 13, 2012

VAGINAS, FALOS, CULOS, ESPALDAS, TETAS… EN BUSCA DE OTRA POLÍTICA.

Al olor embriagante de su piel,
que sin sentido se niega abandonar mi cuerpo.




El placer es el lenguaje total del cuerpo, la casa donde reposa la creatividad de la vida. Lenguaje mudo que no deja de hablar, de vociferar, de gritar contra el doble corsé al que se ven seducidas y/o sujetadas las libertades sexuales en las sociedades contemporáneas. Libertades que no hacen otra cosa que reclamar derechos y políticas de vida, olvidando de lleno la capacidad creativa que alberga la sexualidad como componente de libertad y poíesis de nuestro comportamiento, de nuestros placeres y deseos. En otras palabras, la sexualidad entendida como la forma en la que construimos nuestros placeres reclama para el hoy y el aquí, nuevas formas orgásmicas de vida, de relacionarnos, de seducirnos, de tocarnos, de follarnos, de embriagarnos y drogarnos; en fin, de erotizar el cuerpo y por ende otras formas de excitación política, nuevos escenarios para exponer los cuerpos en conjunto. Política que no debe actuar sobre el placer, sino que desprendiéndose de él, sea capaz de condensar al otro, la otra, los otros, es decir, a ese nosotros que se nos mani-fiesta como orgiástico del ser en común, en comunidad. ¡El eterno retorno al hedonismo!
Las prohibiciones, disciplinas, seguridades sociales y demás tratados hipócritas, no han hecho más que diseñar las más inusuales prácticas que actúan sobre el cuerpo y los cuerpos, para desde ahí controlar los comportamientos y conductas de cada uno de ellos y de esta forma adscribirlos a las relaciones productivas y sociales; entendidas estas como relaciones de explotación corporal en un tiempo y lugar determinado, enmascaradas y edulcoradas como leyes sociales –el trabajo moderno-. Leyes que parafraseando al Marqués de Sade no son más que generalidades que actúan en contra de lo particular, de la construcción del deseo. La familia, el estado, la escuela, la empresa entre otras formas pueriles de ejercer el poder, no son más que pseudo-universales, que actúan como policías de los cuerpos, esterilizando sus luchas y creaciones. ¡Pórtate bien! De ahí que, sea necesario, una sexualidad que allende de las leyes y los derechos sea capaz de asumir el placer como la savia donde se debe acariciar, beber o fumar los jugos celestiales de la vida. Vida que reclama para vivir, más y más edulcorantes, como por ejemplo látigos, esposas, consoladores, hierbas, hojas, polvos…
Nos enfrentamos hoy a un tiempo que no se satisface con el reconocimiento de las opciones sexuales o la posibilidad de no asumir ninguna opción, vivimos un instante que empieza a buscar otra forma de actuar, pensar y sentir la sexualidad, desgarrando a profundidad la identidad y las sujeciones del sujeto, por ello, cada vez más, las nuevas subjetividades se culean las férreas murallas de la política policía que asume su ejercicio como relaciones de poder. Poder entendido como la capacidad de influir en libertad sobre las conductas de los otros, en palabras de Foucault como gubernamentalidad, es decir del gobierno a través del saber de los las cosas, sobre los hombres y consigo mismos.
Saber, política y moral es la tríada que compone el poder contemporáneo, triangulo equilátero que al delinear los lados de las paredes del acontecer del mundo de la vida, obtienen la capacidad de seducción necesaria para mantener infinitamente a los seres modernos o post-modernos en la matrix de los deseos compensatorios, es decir, tirando con condón, chupando teta con sostén. En este sentido, la tarea que deben asumir los libertinos, lujuriosos, ebrios y drogadictos en conjunto con las nuevas subjetividades como el feminismo, la jóvenes, las comunidades gay… es desvirgar sin contemplación alguna el molde de la gubernamentalidad, para hacer estallar esa política que ha asumido la vida para sí –biopolítica-. En definitiva, lo que hay que liberar es la vida, que no es otra cosa que liberar el placer y de esta forma poder eyacular otra política.
El conflicto político contemporáneo acontece entonces por fuera de las esferas del thymos hegeliano, allende del consumo de las libertades sexuales y en contra de la biopolítica que actúa en y sobre la vida de las poblaciones. Por ende, la transformación de la conflictividad política, debe conjugar y conjurar de nuevo la fiesta orgiástica dionisiaca para repensar nuevas posiciones, nuevas formas de amistad, para abrir el camino del advenimiento de la comunidad. Para ello, es indispensable colocar los placeres corporales como componente esencial del buen vivir y desde ahí iluminar de nuevo la política.
Si el sadomasoquismo y las drogas desexualizaron el placer, erotizando otras partes del cuerpo, necesitamos entonces otras prácticas políticas que seducidas ya no por la vida y sus derechos, sino por el vivir y sus prácticas hedonistas, condensen las nuevas formas de manifestación del ser. En otras palabras, se debe destruir la biopolítica, la política de la vida, para asumir un vivir que invente una política que simultáneamente con el respeto la vida, involucre los juegos y jugos del vivir en el placer, y el placer de tener la lengua en el vivir. Un pensamiento que al nacer del cuerpo y sus manifestaciones en la vida práctica defina una ética aunada a la política, una ética que indefectiblemente debe partir de la individualidad del nos-otros. Del placer de estar juntos, Una política que sobrepase el uno y el dos para comprender el tres, el cuatro…

BORIS EDGARDO MORENO RINCÓN.
IN-DOCENTE UNIVERSITARIO.